El mensaje oculto de músculo

¿Dolor muscular después de entrenar?


Ese malestar que aparece al día siguiente y que todos hemos sentido alguna vez no es un castigo… es una señal de que tu cuerpo está aprendiendo.

En fisiología hablamos de DOMS (Delayed Onset Muscle Soreness), o dolor muscular de aparición tardía.

Suele manifestarse entre las 12 y 72 horas posteriores al ejercicio, especialmente en movimientos excéntricos como bajar escaleras, correr cuesta abajo o frenar el peso de manera controlada en el gimnasio.

🔬 Lo que pasa dentro del músculo

  1. Microrroturas en fibras musculares, en especial en la línea Z del sarcómero.
  2. Respuesta inflamatoria transitoria (con citoquinas como IL-6 o TNF-α) que activa el sistema inmunitario local.
  3. Sensibilización de receptores del dolor, que nos hace “escuchar” el músculo.
  4. Inicio del proceso adaptativo: se activan vías moleculares (mTORC1, células satélite, biogénesis mitocondrial) que favorecen la reparación y la mejora funcional.

El dolor no es patológico: es la antesala de la adaptación estructural.

❌ Tres errores habituales sobre las agujetas

  • No es ácido láctico. El lactato desaparece en 1–2 horas tras el ejercicio.
  • No deben evitarse siempre. Son parte del aprendizaje muscular y de la mejora del rendimiento.
  • No se resuelven a base de antiinflamatorios. Su uso excesivo puede interferir en la señalización celular clave para la recuperación (afectando mTOR y PGC-1α).

✅ Estrategias inteligentes para recuperarse

  • Proteínas de alto valor biológico con leucina tras el ejercicio: activan la síntesis proteica.
  • Ácidos grasos Omega-3 (EPA): modulan la inflamación sin bloquear la adaptación.
  • Glicina: apoya la síntesis de colágeno, la calidad del sueño y la función mitocondrial.
  • Sueño profundo: indispensable para liberar hormona del crecimiento y reparar tejidos.
  • Actividad ligera: caminar, movilidad suave o estiramientos favorecen la circulación y el drenaje linfático.

🔎 Una visión más amplia

Las agujetas no son un error del cuerpo, sino un recordatorio de que el músculo es un órgano endocrino activo. Cada microrrotura abre la puerta a una cascada de señales moleculares que fortalecen tanto la estructura como la función a largo plazo.

👉 Entenderlas así nos ayuda a alejarnos del reduccionismo (“dolor = malo”) y a verlas como parte de una biología adaptativa diseñada para hacernos más fuertes.

El cuerpo no se queja. Se reinventa.


Solo hay que aprender a interpretar el lenguaje de sus moléculas.