¿Invertir en dejar de fumar o pagar eternamente las consecuencias?

El 14 de noviembre de 2019 se anunciaba una medida que encendió la polémica:

“Los fármacos para la deshabituación tabáquica serán financiados por el Sistema Nacional de Salud (SNS) a partir del próximo 1 de enero.”

La reacción fue inmediata: “¿Por qué deberíamos pagar entre todos el vicio de unos pocos? Si alguien fuma es porque quiere, y que asuma sus consecuencias.”

Una postura que, a primera vista, puede parecer lógica. Pero cuando miramos con calma los datos y entendemos qué hay detrás del tabaco, la perspectiva cambia radicalmente.

El tabaco: mucho más que un hábito

Fumar no es solo una elección personal, ni mucho menos un simple “vicio”. Es la principal causa prevenible de enfermedad y muerte en España. Cada año provoca alrededor de 58.000 muertes en nuestro país, la mayoría por:

  • Cáncer de pulmón, uno de los más agresivos y letales.
  • EPOC, una enfermedad que roba el aire poco a poco hasta obligar a vivir conectado a una bombona de oxígeno.
  • Infartos e ictus, que aparecen de forma brusca, muchas veces en plena edad laboral.
  • Otros cánceres y enfermedades cardiovasculares que minan la calidad de vida durante años.

El tabaco mata, incapacita y destroza familias. Y lo peor: todo esto lo pagamos entre todos.

El verdadero coste del tabaco

Los números hablan por sí solos:

  • El tabaquismo genera un gasto directo para el SNS de unos 8.000 millones de euros al año.
  • Si sumamos los costes indirectos —bajas laborales, pérdida de productividad, incapacidad— la cifra asciende a 26.000 millones de euros.

En otras palabras: fumar no es solo un problema del fumador. Es un problema de todos, y lo estamos financiando cada día con nuestros impuestos.

Comparando costes: prevención vs. tratamiento

Ahora pongamos estas cifras en contexto.

El coste de financiar los tratamientos de deshabituación tabáquica ronda los 7,9 millones de euros anuales. Medicamentos como la vareniclina cuestan unos 3,55 euros al día, que pueden reducirse a 1,42 euros con la aportación del paciente. El bupropion apenas supera 1 euro diario.

¿De verdad parece descabellado invertir en ayudar a alguien a dejar de fumar cuando el coste de no hacerlo es miles de veces superior? Una sola quimioterapia, una cirugía cardíaca o una estancia prolongada en UCI superan con creces la inversión en prevención de cientos de pacientes.

Tabaco: enfermedad, no vicio

Es importante subrayarlo: el tabaquismo está reconocido como una enfermedad crónica adictiva, no como una simple mala costumbre.

Tratar al fumador como “culpable” y no como paciente es tan injusto como culpar al diabético por necesitar insulina o al hipertenso por tomar medicación. La diferencia es que aquí sí tenemos una herramienta potente: ofrecer apoyo, tratamiento y acompañamiento para romper la adicción.

Prevención: la inversión más rentable

Financiar tratamientos de deshabituación no es un regalo. Es una apuesta estratégica por la prevención.

  • Prevención de muertes.
  • Prevención de sufrimiento.
  • Prevención de gastos hospitalarios desorbitados.

Invertir unos euros hoy puede ahorrar millones mañana. Y, sobre todo, puede salvar miles de vidas.

Más allá del tabaco: una lección de salud pública

El debate sobre la financiación de estos tratamientos nos deja una reflexión de fondo. El tabaco es solo un ejemplo, pero la lección es mucho más amplia:

👉 Invertir en prevención es la única manera de construir un sistema sanitario sostenible.

Cuando entendamos que prevenir es siempre más barato, más humano y más eficaz que curar, la sanidad y la salud pública funcionarán de otra manera: mejor, más justa y más cercana a las personas.

Conclusión

El tabaco es uno de los mayores enemigos de la salud, y luchar contra él exige mirar más allá de la polémica inmediata. No se trata de regalar nada a nadie, sino de tomar decisiones inteligentes que beneficien a todos.

La pregunta ya no es si podemos permitirnos financiar que la gente deje de fumar. La verdadera pregunta es: ¿podemos permitirnos no hacerlo?