
Primero llegó el murmullo: reacciones “alérgicas” fulminantes tras administrar heparina en quirófanos, UCI y diálisis. Hipotensión, náuseas, disnea… a los pocos minutos del bolo. No era un caso aislado ni un hospital concreto: el patrón se repetía en varios estados y obligó a activar las alarmas de farmacovigilancia. Medscape
El CDC empezó a coser el mapa. Entre el 19 de noviembre de 2007 y el 31 de enero de 2008 documentó 152 reacciones en 113 pacientes de 13 estados y, con análisis estadísticos, asoció los eventos al uso de productos de un mismo fabricante en los centros afectados. Ese fue el primer hilo firme del ovillo. New England Journal of Medicine
Mientras tanto, en los laboratorios se desvelaba el villano: condroitín sulfato sobresulfatado (OSCS), un polisacárido barato —derivado de cartílago— capaz de “imitar” a la heparina en ensayos rutinarios y, por ello, burlar controles funcionales. En lotes sospechosos llegó a representar hasta ~30% p/p. La química forense lo identificó y demostró su capacidad de desencadenar reacciones anafilactoides en modelos experimentales, cerrando el círculo causal. New England Journal of Medicine+1
La FDA reaccionó con retiradas (recalls) a partir de enero–febrero de 2008 (viales multidosis y monodosis; también productos flush) y difundió métodos analíticos avanzados —RMN (NMR) y electroforesis capilar (CE)— para discriminar heparina auténtica de OSCS, elevando el listón de las especificaciones. La lección: no basta con que “funcione” en una prueba global; hay que mirar su firma estructural. gao.gov+1
La investigación regulatoria y parlamentaria puso el foco en la cadena global del medicamento: mucosa intestinal porcina como materia prima, crudo producido en China, intermediarios, API, y etapas de fill-finish. El GAO documentó la respuesta y las limitaciones encontradas al supervisar fabricantes extranjeros; además, no todo el eslabón débil quedó perfectamente aclarado, lo que llevó a reforzar trazabilidad y controles “upstream”. gao.gov+1
¿El alcance? Diversas fuentes clínicas y periodísticas atribuyen decenas de fallecimientos y centenares de eventos graves al episodio en EE. UU., con diferencias según el periodo y la metodología (casos confirmados vs. asociados). Más allá del número exacto, el impacto sanitario y regulatorio fue indiscutible. BMJ
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